Las luces cruzaban las mentes
batían la locura de lado a lado
mentían a su tiempo,
loaban a su tiempo.
Bajaban despacio,
desde el cielo
a contraluz
fingiendo ser fuego.
Lucían tan claras,
preferían salir a oscuras
la vergüenza se notaba
por el rubor de sus intensidades
y el rumor de sus intimidades.
Carecían de escrúpulos,
iban de arriba hacia abajo
soltando chispas
cayendo y causando estragos
sobre ojos incautos
y placeres inmundos.
Troyanos y fariseos
van narrando solisticios
y caen arrodillados
perplejos y alucinados
uno tras otro derrotados
por lo imprevisto
por lo mundano.
Por no haber dicho que sí
por no haber aceptado lo cierto,
por no haber visto el firmamento.
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