lunes, 20 de junio de 2011

Dedicatoria.

Comenzó la critica, sin agradecimientos.
Porque solo me quedan cuatro líneas.

Y la tinta ya secó, testigo del adiós.
Podré dormir en paz.
Cinco horas. Nada más.

Después de darme un par de oportunidades.
En su omnipotencia, me dió una piedra
que nadie puede cargar.

Este peso contundente.
Palidecer a través de su existencia.
Poseer cuatro líneas de felicitación.

Perdida entre todas esas líneas.
Se quedó, efímera, mi satisfacción.
Podré colgar mis sueños.
En busca de un deseo terrenal.

Jamás sonreiré con dolor.
Pues ya nada sale del corazón.

Todo se queda pintado.
Color carmesí.
No hay líneas que valgan.

La tinta es testigo de mis desgracias.
De las oportunidades perdidas.
De las palabras escritas.

Y si pido perdón sin quejarme
porque son cuatro líneas
escuetas y a trevidas
por otro día que se aleja.

Que se va,
y no regresa.

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