viernes, 15 de abril de 2011

El borde.

Me sentí feliz y me desesperé. Estaba al borde de la cama, me picaba todo. Su espalda media cubierTa con la sábana lucia distante. Ahora soy otro. Como cada vez que la toco. Como cada vez que miro el espejo del techo. Como cada vez que en sus besos ahogo mis pesares. Ahora estoy feliz. Esta felicidad artificial. Pues no siento esta presión en el pecho. Me siento confiado y seguro. Lo puedo hacer todo. Pero ella sigue de espaldas, sin querer hablar, como si le avergonzara algo de lo que hicimos. Yo me siento feliz. Ella esta de espaldas y yo estoy al borde de la cama. Nuestras piernas aun estan cruzadas, yo la sigo abrazando. Sigo al borde de la cama. Me estoy cayendo y ella trata de sujetarme y se ríe. Ella debe estar muy avergonzada. Yo sé que cuando no la miro se pone a llorar. Pero ahora se ríe y parece feliz, y yo me muero de pena. Nuestro reflejo. Mi reflejo se distorsiona. Y le pido que me suelte, y no me suelta. Yo quiero carme de la cama. No quiero estar al borde, ella se ve lejos, sé que algo le esta incomodando. ¿Seré yo? Estoy desnudo y todo me pica. Detesto cubrime con estas sábanas. El mismo cuarto. Los mismos espejos en el techo. Mi imagen me señala. Me siento culpable, a pesar de que sé que ella se siente más culpable aún. No he robado nada. Me siento feliz. Estoy que quiero irme de aquí, pero ella no me suelta. No me deja caer. Quiero salir de esta cama, esta maldita cama. Pero le abrazo más fuerte. Aquí nadie tiene nombre. No me gusta cubrirme con estas sábanas, siento que algo esta escalando, picoteando mi piel. Es como si el pasado no existiera. Lo que hicimos minutos antes no está. La satisfacción no está. Solo estamos los dos en la cama, como si no hubiera pasado nada. Ella llamando mi atención con sus piernas, a pesar de estar avergonzada, soy yo. Estoy seguro. Su espalda es tan distante, sus brazos calientan los míos. No le entiendo. No encuentro sentido. Dejame caer. Tú no tienes nombre. Dejame caer. Ya no quiero estar al borde. Porqué estará tan avergonzada. Debo ser yo. Ya no alcanzo su espalda, a pesar de tenerla contra el pecho. La sábanale cuelga desde el hombro. Aún siento su perfume. Detesto que mi ropa este en el piso. No entiendo. No quiero caer sobre mi ropa. No quiero estar así. Mi reflejo me esta matando, me culpa de algo que hice. Soy culpable de tener miedo. De ser feliz. Esta felicidad artificial que me aterra. Debe hacer frío. Pero me pica todo, al menos no ensucie mi chalina. Que ridículo, estar abrazandole y no querer decir su nombre. No saber porque tiene vergüenza y no querer saberlo. Sé que soy yo, pero no se lo voy a preguntar. Le beso la nuca. Se voltea. Me parte la boca. Estoy triste.




Que vuelva la felicidad.

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