martes, 26 de enero de 2010

V2

Consideración a la espina dorsal de los columnistas. Preferiría dos tazas, pero con una basta. El hambre asienta mis presentimientos. Solo quedan cuatro bolsas de estiércol, una definición extraña a lo que verdaderamente tengo entre manos. Las heridas con sangre coagulada, esa sencación de picazón. Sé de lo que estoy hablando.
Eran como rojizas rayas en las muñecas.
Mis panderetas, como todo parece ser de hielo, cayéndose a pedazos, un bote amarillo, vagando. Quedan siete horas, tal vez lo logre. Hacer feliz, solo quería ser yo el motivo. No existió felicidad, la sonrisa final jamás apareció. Quizás después.
Unos treinta segundos atrás. Me caigo a pedazos, como si todos los días se contabilizarán como meses. Uno tras otro.
Y aún así parecería largo. El gran espasmo, con las ganas que tengo de sujetar mis orejas, resbalar en mi espalda y zumbar.De nuevo zumbar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario