miércoles, 30 de diciembre de 2009

Sol.

Hoy fui yo, conmigo. Traté de no quedarme dormido, lo que cubría mi espalda, hasta mi ombligo. Me di vuelta. Todo parece como un cuento. Una tonta historia de dos personas. En esta parte, se encuentra una, narrando como pasan los días, mirando al vacío, escribiendo de madrugada, contemplando la noche, sintiendo un dolor extremo dentro de sí. Vuelve a su cama, respira, crece y madura por dentro. Miro de reojo la hora. Debería estar durmiendo. En medio de mí, todos esos complejos, la tendencia a estar en lo cierto. Precipitadamente, como si lo complejo estuviera predestinado a quedarse sobre el escritorio, voy de lado a lado, tratando de dormir. Susurro la letra, mientras veo las ventanas tintinear. Ya no sé a que me refiero con eso. Es que todo a perdido significado o sentido, y no es una simple metáfora para explicar mi modo de sentir, es que en realidad ya ni sé como estafarme, como engañarme, solo sé que tengo mucho para dar, puedo estar dentro, sentarme, hablar, reír y bromear al respecto. Me queda un día. Después adiós. Todo termina con s.

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