martes, 8 de diciembre de 2009

Cadàver

Susurros de madrugada
las luces, centellas,
las sábanas desordenadas.

Mis gritos se ahogan
la incidencia, pureza
el miedo a llorar.

Son tres, sin saber
las cosas que quieren
que dejan
jugar y reír.

No señalan
los puntos azules
aquel cielo turqueza
la altura gruesa.

Sin paracaídas
jamás volveré
sus salidas
sus silencios.

Hoy ya no queda más
que escuchar
tal vez mi voz
alcance lo fìsico

Los ojos y el cuerpo
que me engañan
yo dormido
como un muerto.

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